Auditoría Energética vs. Sistema de Gestión Energética
La reciente aprobación del Real Decreto sobre eficiencia energética (RD 56/2016) ha generado un repentino debate acerca de las auditorías energéticas. Recordamos que, a grandes rasgos, la nueva norma obliga a grandes empresas a realizar una auditoría energética antes de Septiembre de 2016 y renovarla cada 4 años o disponer de un Sistema de Gestión Energética certificado. Precisamente es esta doble posibilidad la que ha creado gran controversia, aunque, como veremos a lo largo del artículo, ambas opciones deberían coexistir como mejor práctica en la gestión energética en una organización.
Una vez aprobado el Real Decreto, ha surgido una convulsión en el sector con la aparición de una infinidad de empresas que tratan de captar la realización de la auditoría a toda costa sin más argumento que el cumplimiento de la norma por parte de las empresas afectadas.
Sin embargo, no hay que olvidar el sentido último de la norma y los propios intereses de una gran empresa, que deben estar orientados a reducir y optimizar consumo, coste y emisiones. Realizar una auditoría energética por sí solo no va hacer que se consigan estos objetivos, máxime si no está realizada por profesionales expertos.
Aunque la auditoría debe incluir recomendaciones y actuaciones de optimización y ahorro energéticos, éstas no siempre están adaptadas a la realidad de la empresa, su situación financiera y sus posibilidades de inversión. Si estas actuaciones de mejora no disponen de una comprobación y un seguimiento posteriores que certifiquen y garanticen su consecución, de poco servirán. Además, los honorarios de cualquier servicio energético prestado deberían estar ligados en alguna manera a los resultados obtenidos, es decir, al ahorro logrado.
Conviene no caer en la trampa de realizar una auditoría al mejor postor para evitar ser sancionado y sí muy recomendable aprovechar el esfuerzo y el coste de la misma para conseguir reducir costes, consumos y emisiones de la organización.
La mejor manera para ello es disponer de un sistema de gestión energética que permita estudiar y cuantificar las posibilidades de ahorro en las instalaciones, proponga actuaciones de mejora, las implemente, compruebe los resultados y realice de forma posterior una monitorización permanente para garantizar su mantenimiento. Por tanto, el punto de partida es una auditoría energética, pero es muy importante orientarla desde el inicio a la consecución de las actuaciones que mejor se adapten a la realidad de cada organización.
Así, los conceptos auditoría energética y sistema de gestión no están reñidos sino que deben coexistir como la mejor opción de reducir y optimizar consumos, costes y emisiones dentro de cualquier organización.
- blog de jesus
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